Día 2: Sintra

Sintra, escenario de palacios de cuento, hermosos jardines y antiguas leyendas, es una villa portuguesa cercana a Lisboa y enclavada en mitad de un parque natural. Sin duda es una excursión imprescindible si vais a pasar al menos dos días en la capital portuguesa. Os recomiendo encarecidamente que visitéis este lugar, no os vais a arrepentir.

Para llegar a Sintra hay dos opciones;

– En coche: Desde Lisboa, por la IC19 (30 km).

– En tren: Desde Lisboa, debemos tomar el tren en la Estación de Oriente (línea roja de metro), en Sete Rios (Jardín Zoológico, línea azul de metro) o como en nuestro caso, desde Rossio (Restauradores, línea azul de metro). El precio por billete es de 2’15 euros, el trayecto es directo y dura unos 35 minutos.

Los lugares turísticos que ver en Sintra están en dos partes muy diferenciadas de la localidad. El casco histórico del pueblo, está situado en la parte baja de una montaña, mientras que el Palacio da Pena y el Castelo dos Mouros están situados en la parte más alta. Es posible llegar a pie o en coche de una a otra subiendo la colina por la carretera o los senderos, pero también hay un autobús urbano que las comunica.

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Mapa ruta bus de Sintra y alrededores

Si se opta por ir a pie al Castelo dos Mouros desde Sintra, hay un paseo de 45 minutos (aproximadamente 3 km). Nosotros preferimos el autobús que sale desde la Oficina de Turismo de Sintra (justo enfrente de la estación de trenes).

El primer lugar del recorrido en autobús es el Castelo dos Mouros, un conjunto de ruinas de un castillo árabe que fue clave de la reconquista de Portugal a los moros. Tiene bastante parecido al Castelo de Sao Jorge que visitemos el día anterior en Lisboa. La entrada al recinto cuesta 8 euros.

Tened en cuenta que tiene muchas subidas y bajadas de escaleras, por lo que es bastante duro de recorrer. Sobretodo si se va con personas mayores o con hermanas pequeñas que no aguantan ni medio paseo (¬¬) eh, Cristina.

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Castelo dos Mourous

Desde aquí seguimos a pie pues el próximo destino se encuentra a pocos cientos de metros del Castelo dos Mouros, El Palacio da Pena. A pesar de que llegamos pronto, la cola para comprar el ticket de acceso es larga. En las guías turísticas de Sintra recomiendan que si uno no puede llegar pronto al palacio, que compre la entrada por internet o contratando alguna excursión organizada, pues las entradas se agotan pronto.

Mi recomendación es que empecéis por el Castelo dos Mouros porque sólo en este monumento se puede comprar una entrada combinada del castillo y el Palacio da Pena (en el Castelo dos Mouros nunca hay cola), así podréis entrar luego al Palacio directamente sin hacer cola, y os ahorrará mucho tiempo.

Si decidís comprar la entrada en el mismo Palacio da Pena tened en cuenta qué;

– Horario: Abierto todos los días de 9:45 – 19:00 (último acceso a las 18:15) y está cerrado el 1 de enero y el 25 de diciembre.

– Precio: Adultos (14 euros), mayores de 65 años (12’50 euros), jóvenes de 17 años o menos (12’50 euros) y menores de 6 años (entrada gratuita).

Una vez dentro,  el último tramo hasta el palacio (10 minutos) puede hacerse a pie o utilizando el microbús que cuesta 3 euros ida y vuelta, y cuyo billete se compra en la taquilla junto a la entrada.

El Palacio da Pena es el mayor atractivo de Sintra. Está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y fue residencia de la Familia Real portuguesa durante el siglo XIX. Está situado en lo alto de la montaña, con lo cual ofrece unas vistas fantásticas de la Sierra de Sintra.

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Palacio da Pena

Su exterior destaca por su colorido y sus torreones. Es la primera vez que veo un palacio de este estilo, y realmente me ha sorprendido.

Aunque a mi juicio lo mejor del Palacio está en su exterior, si tenéis tiempo suficiente también es interesante recorrerlo por dentro. Su interior es una especie de museo lleno de detalles y con una decoración muy cuidada y elegante.

Alrededor de un pequeño patio central se distribuyen varias habitaciones privadas utilizadas, antiguamente, por los habitantes del palacio; Un comedor dispuesto para la cena, los dormitorios de la familia real o los salones donde pasaban su tiempo de ocio y recibían a otras personalidades de la Corte.

Desde aquí volvemos a Sintra para buscar algún lugar donde domer y poder visitar su casco antiguo. El centro histórico de Sintra conserva su aire tradicional, con calles estrechas y empinadas, repleto de muchas tiendas de artesanía y souvenirs. Este barrio en concreto me ha recordado un poco al barrio del Albaycín en Granada (salvando las distancias claro). Lo mejor que podemos hacer es callejear por sus calles estrechas que se recorren con facilidad mientras compramos algunos recuerdos.

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Centro histórico de Sintra

Quizás el edificio más famoso del centro urbano es el Palacio Nacional de Sintra, situado en la misma plaza donde empieza el casco histórico. Es fácilmente reconocible por sus enormes chimeneas blancas de forma cónica. No nos llama mucho la atención, así que decidimos no pagar por la entrada. Para quién le interese, cuesta 8 euros.

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Palacio Nacional de Sintra

Entre estas calles es típico degustar algunos dulces de la zona. La especialidad local es la Queijada de Sintra, un pastel pequeño hecho a base de requesón. Es muy dulce y me encanta, pero si me tengo que quedar con uno, para mi gusto es mejor el pastelito de Belém.

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Queijada de Sintra

Finalmente ponemos rumbo en autobús a nuestro último destino, Quinta da Regaleira, situado a algo menos de dos kilómetros del centro histórico. Este lugar es una finca con un pequeño palacio y, sobre todo, con unos impresionantes jardines con pozos y cuevas por las que podemos movernos libremente. Es sin duda una de los lugares más bonitos y con más magia de Sintra. La entrada cuesta 6 euros pero es un lugar ¡Imprescindible!

Una vez terminamos de ver esta maravilla para nuestros sentidos, volvemos al centro de Sintra para tomar el tren que nos llevará de vuelta a Lisboa. Una vez lleguemos a la estación de Rossio nos dirigiremos a la parte nueva de la ciudad.

En la Plaza de los Restauradores, llamada así en honor de los que en 1640 se rebelaron contra la dominación española y en cuyo centro se encuentra un obelisco para conmemorar el acontecimiento.

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Desde aquí parte la Avenida da Libertade que es una preciosa avenida de poco más de un kilómetro de longitud. Es la calle más majestuosa de Lisboa, con edificios del siglo XIX y aceras cubiertas con mosaicos que forman dibujos en blanco y negro. Está llena de cafés con terrazas cubiertas, monumentos y jardines.

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Parque Eduardo VII

Recorriendo toda la Avenida da Libertade llegamos a la Plaza del Marqués de Pompal, otro de los puntos claves de la Lisboa moderna, comienza también el principal parque urbano de la ciudad, el Parque Eduardo VII, desde cuya parte más alta disponemos de fantásticas vistas de todo el sur de la ciudad y del río Tajo.

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Nada mejor que despedirse de Lisboa disfrutando del atardecer que ofrece el Parque Eduardo VII

Ya sólo nos queda despedirnos de esta maravillosa ciudad que seguro que algún día u otro volveré a recorrer, pues me he dejado lugares igual de bonitos como Cascais y Estoril. Mientras que Lisboa nos ha dejado muy buen sabor de boca no sólo por su fantástica gastronomía y sus espectaculares monumentos, sino que también por su maravillosa gente, tan amables y educados que hacen de su ciudad un lugar acogedor en el que pronto uno se siente como en casa. Em breve, Lisboa !!!

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